Viaje organizado en bici por el interior de los Países Bajos

Tu viaje en bici empieza en Arnhem, la capital de la provincia de Gelderland y conocida como la Ciudad de la Moda y el Diseño. El barrio obrero de Klarendal se ha convertido en el sitio de moda para diseñadores, artistas y artesanos, que se han agrupado en el Modekwartier (distrito de la moda), lleno de tiendas modernas y talleres con mucho estilo. Además, Arnhem encanta por sus parques y su entorno natural. De hecho, se la conoce como la puerta de entrada al Parque Nacional De Veluwe.

Hoy tienes dos opciones. Si prefieres tomarte la mañana con calma en Arnhem, quizá te apetezca hacer la ruta más corta. El museo más conocido de la ciudad es el Openluchtmuseum, un museo nacional al aire libre que muestra cómo era la vida cotidiana de la gente corriente, con edificios auténticos en los que vivieron y trabajaron. Otro plan muy recomendable es visitar el Burgers’ Zoo. Cuando te animes a arrancar, puedes salir de la ciudad atravesando el Sonsbeek Park, uno de los rincones más bonitos de Arnhem. La ruta larga (56 km) da un rodeo hacia el norte, atravesando páramos donde a veces pastan vacas de la raza Highland.

Sigue por las colinas del Parque Nacional Veluwezoom. Aunque no hay grandes cuestas, tampoco es un recorrido completamente llano. Esta zona es muy conocida por sus pinares aromáticos, sus frondosos bosques de hoja caduca y por tener los mayores arenales del interior de Europa. Lo más espectacular, sin duda, son los campos de brezo, que en agosto se llenan de tonos malva.

A medida que avanzas, notarás cómo el paisaje va cambiando: del bosque pasarás a un paisaje fluvial abierto, el valle del río IJssel. La ruta larga recorre zonas menos conocidas y más tranquilas de bosque y brezo, así como pueblos con mucho encanto situados en esa transición entre el bosque y los prados junto al río.

A realizar: 40 o 56 km

Hoy tienes por delante tres ciudades hanseáticas, así que prepárate para empaparte de historia. Cada una tiene un casco antiguo precioso, rodeado por restos de murallas y puertas medievales. El paisaje tampoco se queda corto: las llanuras de inundación del río IJssel, que en verano se llenan de flores silvestres, dan paso a los clásicos campos de cultivo holandeses, con granjas y molinos de viento que se alzan hacia el cielo. Si miras hacia el oeste, verás el bosque de Veluwe en el horizonte.

Pasa por Doesburg, una ciudad muy bien conservada que bien merece los kilómetros extra. Es un buen sitio para hacer una parada en la antigua posada de las contraventanas rojas. Data de 1478, y desde entonces no ha dejado de acoger a viajeros con hambre, sed y ganas de charlar.

En Zutphen, si tienes algo de tiempo, intenta apuntarte a una de las 16 visitas guiadas a pie que se ofrecen. Luego, puedes hacer una parada en Bronkhorst, un pueblo de postal que nació hace más de mil años como un asentamiento agrícola fortificado.

Y para terminar el día, nada como un paseo tranquilo por el centro de Deventer. No te vayas sin visitar el barrio histórico de Bergkwartier, con sus calles empedradas y casas antiguas.

A realizar: 51 km

Madruga un poco hoy para seguir descubriendo Deventer, conocida por sus librerías, tiendas de arte y festivales. La delicia local (que se remonta a 1595) es el pastel de miel y especias, que muchos toman incluso para desayunar. El mejor sitio para probarlo es la cafetería Bussink, en la plaza Brink.

Sube a la bici y sigue el curso del río IJssel aguas abajo. Con el cambio climático, se espera que el nivel del agua en los ríos siga subiendo. Una opción para evitar inundaciones es subir aún más los diques, pero otra solución es alejarlos del cauce, dándole al río más espacio para expandirse. En invierno, cuando el caudal aumenta, las washlands (esas tierras junto al río) se inundan de forma controlada y almacenan el exceso de agua, ralentizando su avance y protegiendo las zonas habitadas tras los diques. En cambio, en puntos estratégicos donde hace falta que el agua fluya más rápido, se mantiene el terreno bajo y despejado para que el agua circule sin obstáculos.

Después de visitar el pequeño pueblo hanseático de Hattem, cruza el río hacia Zwolle. Rodeada por cuatro vías fluviales, esta ciudad siempre ha sido un importante punto de encuentro, recibiendo a viajeros y comerciantes de todas partes. Todavía se conservan restos de la muralla medieval y varios edificios históricos de la época en que Zwolle formaba parte de la Liga Hanseática.

A realizar: 48 km

Deja atrás el bullicio de Zwolle y sigue el río Het Zwarte Water adentrándote en los humedales. Las amplias vistas de estas tierras pantanosas te hacen olvidar cualquier preocupación cotidiana. Al llegar a Hasselt, tómate tu tiempo para pasear por este lugar de peregrinación (desde 1355), que conserva nada menos que setenta edificios protegidos de valor nacional, testigos silenciosos de una época en la que los lazos con la Liga Hanseática trajeron prosperidad.

Hasselt era un punto clave donde las mercancías que bajaban por los ríos se cargaban en barcos que cruzaban el Zuiderzee rumbo a los puertos hanseáticos del mar del Norte y del Báltico. Y del mismo modo, los barcos regresaban con nuevas mercancías.

Desde allí, la ruta sigue hacia Zwartsluis, un puerto muy frecuentado por navegantes y amantes de la náutica, ideal para hacer una parada y explorar los alrededores. Después, te adentrarás en los humedales del Parque Nacional Weerribben-Wieden. Aunque parece un paraje salvaje y natural, en realidad fue modelado por la mano del hombre: es una antigua zona de extracción de turba que, con el tiempo, fue abandonada y la vegetación se adueñó del lugar. Si te fijas bien, verás un patrón de franjas paralelas de agua y tierra. La turba seca se vendía como combustible para calentar y cocinar en los hogares, sobre todo en ciudades del oeste donde escaseaba la leña. Con el tiempo, el agua fue ganando terreno y las frágiles franjas de tierra se erosionaron durante las tormentas y así se formaron los lagos actuales.

Tu viaje termina en Giethoorn, conocida como la Venecia de los Países Bajos. Este pintoresco pueblo agrícola, con canales en lugar de carreteras, atrae a turistas que alquilan barcas eléctricas para recorrer el canal principal y disfrutar de las casas con tejados de paja y jardines cuidados con mimo.

A realizar: 43 km

Todas las cosas buenas se terminan, incluso este viaje. Tu programa con nostros acaba tras el desayuno.